DEL MORBO A LA VERDAD

Cómo la Televisión ha Utilizado a las Personas LGTBIQ+, desde Manuela Trasobares a Elsa Ruiz

Desde los años 90, la televisión ha jugado un papel doble en la visibilidad de las personas LGTBI. Por un lado, permitió que figuras rompedoras con las normas tradicionales de género y sexualidad aparecieran en el espacio público, pero por otro, este mismo medio ha sido responsable de instrumentalizarlas para fines sensacionalistas. Lejos de generar una conversación respetuosa o educativa, la televisión y los medios de comunicación en general han recurrido al morbo y la confrontación como estrategias para mantener a la audiencia enganchada. Estas prácticas, conocidas popularmente como "encerronas", han sido una constante en los programas de tertulia, concursos y reality shows, exponiendo a las personas LGTBI a ataques, humillaciones y abusos psicológicos, muchas veces sin un espacio real de réplica o defensa.

El impacto de estos programas en la percepción pública ha sido profundo, contribuyendo a reforzar estereotipos y prejuicios. En lugar de mostrar a las personas LGTBI desde una perspectiva humana o desde sus logros personales y profesionales, los medios han optado por tratar sus identidades como "temas controversiales", generando debate sobre su mera existencia y transformando sus vidas en espectáculos públicos.

Uno de los primeros ejemplos más claros de estas dinámicas es el de Manuela Trasobares, quien en 1996 fue invitada a participar en el programa de televisión "Parle vosté, calle vosté" de Canal 9, la televisión autonómica de la Comunidad Valenciana. En lugar de ofrecerle un espacio para hablar sobre su carrera artística o su vida, fue sometida a una serie de comentarios despectivos sobre su identidad de género. Durante este programa, en medio de la tensión y la hostilidad que enfrentaba, ocurrió el famoso incidente en el que, frustrada por la situación, Manuela exclamó la ahora icónica frase: "¡Tira la copa!". Este momento se convirtió en un símbolo del rechazo a la humillación pública que experimentaban las personas trans en televisión, pero también fue utilizado por los medios para perpetuar la caricaturización de su figura, reforzando el morbo y la polémica en torno a su persona. Canal 9 explotó su presencia para generar audiencia, sin considerar el impacto emocional o psicológico que estas situaciones podían tener en las víctimas de estas "encerronas".

Más de dos décadas después de aquel incidente en 1996, Manuela Trasobares tuvo la oportunidad de contar toda la verdad sobre lo ocurrido en una entrevista para el podcast Sabor a Queer, presentado por David Velduque. En este espacio, Manuela compartió su versión de los hechos y explicó cómo la televisión de los años 90 no estaba preparada para abordar los temas de identidad de género con el respeto que merecían. Relató cómo fue manipulada y utilizada para crear un espectáculo sensacionalista, y habló abiertamente sobre la humillación que sintió en ese momento, lamentando que este tipo de prácticas aún persisten en los medios de comunicación actuales.

Manuela detalló que fue invitada bajo la premisa de hablar sobre su carrera artística y cantar ópera, pero rápidamente se dio cuenta de que la intención real era generar polémica y ridiculizar a las personas trans. Describió la experiencia como una auténtica "encerrona", donde se sentía como si estuviera siendo exhibida como un "mono de feria". El ambiente del programa era hostil y violento, lo que la aterrorizó por completo. Manuela recordó la profunda vejación que sintió, hasta el punto de considerar abandonar la grabación. Reflexionó sobre cómo la sociedad tiende a volver fácilmente a actitudes represivas, alternando periodos de avance con momentos de regresión violenta.

En el podcast, Manuela pudo contar su versión de los hechos sin la interferencia de productores o presentadores con agendas ocultas. En el episodio, se subraya cómo la televisión de aquella época priorizaba la controversia por encima de la dignidad de sus invitados, lo que dejó cicatrices emocionales profundas en su vida. Gracias a espacios como Sabor a Queer, figuras como Manuela pueden compartir sus experiencias de manera auténtica, exponiendo lo que significaba ser una persona trans en la televisión de los años 90. Aunque reconoce que ha habido avances, Manuela sigue observando cómo las personas trans continúan enfrentando odio y violencia, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales. Frente al fascismo y la transfobia, insiste en que no se trata de debatir, sino de luchar, en consonancia con el espíritu de resistencia que siempre la ha caracterizado.

Carmen de Mairena. Via @carmendemairena_oficial

Otro caso destacado es el de Carmen de Mairena, una figura que ganó notoriedad en la televisión española durante los años 90. En esa época, los medios solían caracterizar y exagerar su personalidad, enfocándose más en crear un personaje cómico que en mostrar a la persona detrás de la pantalla. Lo que hoy consideramos una vida profundamente interesante, marcada por desafíos, en su momento no era lo que interesaba a la televisión. Su vida estuvo marcada por dificultades, desde sus detenciones bajo la Ley de Vagos y Maleantes durante el franquismo hasta problemas más recientes relacionados con su entorno en el barrio de El Raval.

A pesar de estas adversidades, Carmen enfrentaba la situación con una actitud desafiante. Como ella misma decía: “Cuando me han querido ridiculizar, yo les he ridiculizado a ellos”, lo que refleja cómo utilizaba el humor para lidiar con la explotación mediática. Aunque los medios de aquella época optaron por un enfoque sensacionalista, hoy reconocemos a Carmen como una persona valiente, cuya vida es un reflejo de lucha y resiliencia. Su capacidad para conectar con el público, incluso en circunstancias difíciles, la convirtió en una figura querida y recordada​

Otro ejemplo reciente de estas "encerronas" televisivas ocurrió en el programa En boca de todos de Telecinco, donde Amor Romeira tuvo un enfrentamiento con la colaboradora Sonia Ferrer. Durante el programa, Ferrer se refirió a las cirugías de reasignación de sexo como "mutilaciones", lo que desató una fuerte reacción por parte de Amor. La colaboradora respondió con firmeza, destacando lo despectivo y dañino de usar esa palabra para describir un proceso que es parte de la reafirmación de identidad de las personas trans. Amor señaló: "Tú te has aumentado el pecho y nadie dice que te has desgarrado las mamas", subrayando la hipocresía y la falta de respeto en el lenguaje que se utiliza hacia las personas trans.

Este intercambio es un claro ejemplo de cómo los programas de televisión siguen utilizando la identidad de las personas LGTBI para generar morbo y polémica, en lugar de fomentar un debate respetuoso y constructivo. El uso de términos como "mutilación" no solo perpetúa estigmas y transfobia, sino que también refuerza la deshumanización de las personas trans en el espacio mediático, a menudo sin consideración por el impacto que tiene en sus vidas.

Otro caso reciente que refleja la persistencia de estas "encerronas" en televisión es el de Elsa Ruiz. A lo largo de su carrera en los medios, Elsa ha sido objeto de comentarios despectivos y situaciones hostiles en programas de tertulia. A pesar de ser invitada como colaboradora, en muchas ocasiones su identidad de género se convierte en el centro del debate, en lugar de su trabajo o sus opiniones profesionales. Estos programas a menudo no proporcionan un espacio seguro para que Elsa exprese sus puntos de vista, sino que buscan generar polémica utilizando su identidad trans como un recurso sensacionalista.

Elsa ha denunciado públicamente la manera en que la televisión continúa tratando a las personas trans como objeto de morbo y controversia. En vez de centrarse en sus logros, su identidad es constantemente cuestionada o usada para crear debates que, lejos de ser educativos, solo perpetúan los prejuicios y la discriminación. A través de sus redes sociales, Elsa ha hablado de la frustración que siente al ver cómo los medios siguen utilizando las mismas tácticas tóxicas de los años 90 para atraer audiencia a costa de su dignidad.

Àngel Casas entrevistó a Manuela Trasobares en su programa Tal cual el 14 de enero de 1994. Via rtve.es

En la entrevista de Àngel Casas con Manuela Trasobares, emitida el 14 de enero de 1994, se observa un tono incómodo y transfóbico por parte del presentador, quien enfoca gran parte de la conversación en los aspectos físicos y quirúrgicos del cambio de sexo de Manuela, en lugar de centrarse en su carrera artística. Aunque Casas intenta convertir su transición en un tema sensacionalista, Manuela mantiene una actitud firme y responde con elegancia y humor, destacando su identidad como mujer y su talento como cantante de ópera. A pesar de las preguntas intrusivas, Manuela reafirma su valía y su identidad, demostrando gran aplomo ante un entorno que intentaba reducirla a estereotipos.

A través de estos casos, desde el incidente con Manuela Trasobares en los años 90 hasta los enfrentamientos recientes de figuras como Elsa Ruiz y Amor Romeira, queda claro que la televisión sigue siendo un espacio donde las personas LGTBI son vulnerables a ataques y humillaciones. Las "encerronas" mediáticas se han transformado, pero no han desaparecido. Lo que en los 90 se presentaba como controversia a través de preguntas hirientes y comentarios ignorantes, hoy continúa en programas de tertulia, donde las identidades de las personas LGTBI siguen siendo tratadas como temas de debate en lugar de experiencias humanas dignas de respeto.

Los medios de comunicación, especialmente la televisión, tienen la responsabilidad de cambiar esta narrativa. A pesar de algunos avances, la televisión sigue fomentando un ambiente donde el sensacionalismo y el morbo prevalecen sobre el respeto a la dignidad de las personas. Las plataformas digitales y los podcasts como Sabor a Queer han abierto espacios donde las personas LGTBI pueden contar sus historias de manera genuina y libre de manipulación, pero los grandes medios todavía juegan un papel central en la formación de la opinión pública.

Es esencial que los programas de televisión evolucionen hacia un modelo más respetuoso y educativo, alejándose del morbo y la controversia. Las personas LGTBI no deberían ser utilizadas como herramientas para generar audiencia a costa de su dignidad, sino que merecen un trato igualitario y humano, donde sus historias puedan ser contadas sin ser explotadas.

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